Las mejores frases | Leal (Allegiant), de Veronica Roth (Divergente, #3)


  • Solía correr y luchar todo el tiempo porque me importaban mis músculos. Ahora mis pies me han salvado demasiadas veces, y no puedo separar, correr y pelear de lo que son: una manera de escapar del peligro, una manera de mantenerse con vida.
  • ¿Qué soy yo? ¿Qué necesito yo para superar mis miedos?
    Sé la respuesta, por supuesto que sí: tengo que negarles el poder de controlarme. Necesito saber que soy más fuerte que ellos.
  • Hay algo profundamente malo en quitar los recuerdos de las personas, quita los recuerdos de una persona, y cambias lo que ellos son.
  • Mis padres se amaban el uno al otro. Lo suficiente para abandonar planes y facciones. Lo suficiente para desafiar “Facción antes que sangre.” Sangre antes que facción, no, amor antes que facción, siempre.
  • Cada vez que mezclas dos personas diferentes entre sí, tendrás problemas, pero puedo ver que lo que ustedes tienen vale la pena, eso es todo.
  • Solía pensar que cuando la gente se enamoraba, simplemente aterrizaba donde aterrizaba, y no tenían opción en la materia después de eso. Y quizás es cierto al principio, pero no es cierto en esto, ahora.
  • Me enamoré de él. Pero no simplemente estoy con él por defecto, como si no hubiera nadie más disponible para mí. Estoy con él porque lo elijo, cada día que me despierto, cada día que peleamos o nos mentimos el uno al otro o nos decepcionamos. Lo elijo una y otra vez, y él me elige a mí.
  • —A veces simplemente pienso que he perdido a todos mis amigos —dice ella.
    —No has perdido a Cara —digo—, o a Tobias. Y Christina, no me has perdido a mí. Nunca me perderás.
  • Estoy preparada para el desafío de llevar la culpa y el dolor, preparada para hacer frente a las dificultades que ha puesto la vida en mi camino. Algunos días son más duros que otros, pero estoy preparada para vivir cada uno de ellos.
  • Le confesé a Tobias, justo después de eso, que había perdido a mi familia entera. Y me aseguró que él era mi familia ahora. Así es como se siente. Como si todo entre nosotros se enlazara junto: la amistad, el amor y la familia, de modo que no puedo notar la diferencia entre cualquiera de ellos.
  • —Sabes, Abnegación te enseña sobre esto —dice—. Acerca de cuándo dejar que los demás se sacrifiquen por ti, incluso aunque sea egoísta. Dicen que si el sacrificio es lo último que puede hacer una persona para demostrarte que te quiere, debes dejarla hacerlo. —Apoya un hombro contra la pared—Que, en esa situación, es el regalo más grande que puedes darles. Justo como lo fue cuando tus padres murieron por ti.
  • —Es lo que te mereces oír —digo firmemente, con mis ojos nublados por las lágrimas—. Que lo eres todo, eres digno de ser amado, que eres la mejor persona que he conocido jamás.
  • Eso es lo que el amor hace, cuando es correcto: te hace más de lo que eras, más de lo que pensabas que podías llegar a ser.
  • No hay segundas oportunidades después de que has muerto por algo, al menos hasta donde sé.
  • Quizás el perdón es solo empujar a un lado continuamente los recuerdos amargos, hasta que el tiempo alivia la herida y la rabia, y el error es perdonado.
  • Cuando lo miro, veo al chico que sostuvo mi mano en el hospital cuando nuestra madre se rompió la muñeca y me dijo que todo estaría bien. Veo al hermano que me dijo que tomara mis propias decisiones, la noche antes de la Ceremonia de Elección. Pienso en todas las cosas notables que es: inteligente, entusiasta y observador, tranquilo, sincero y amable.
  • Él es una parte de mí, siempre lo será, y yo soy una parte de él, también. No pertenezco a Abnegación, u Osadía, ni siquiera a los Divergentes. No pertenezco a la Oficina, al experimento, o a la frontera. Pertenezco a la gente que amo, y ellos me pertenecen a mí… ellos, el amor y lealtad que les doy, forman mi identidad mucho más que cualquier palabra o grupo podrían.
  • Amo a mi hermano. Lo amo, y él tiembla de terror ante la idea de la muerte. Lo amo y todo en lo que puedo pensar, todo lo que puedo oír en mi mente, son las palabras que le dije hace unos días: Nunca te enviaría a tu propia ejecución.
  • Mi madre me enseñó todo sobre el sacrificio real. Que debe hacerse por amor, no por el disgusto fuera de lugar por la genética de otra persona. Que debe hacerse de la necesidad, no sin agotar todas las otras opciones. Que debe hacerse por las personas que necesitan tu fuerza, ya que ellos no tienen suficiente en sí mismos.
  • Supongo que un fuego que arde tan brillante no está destinado a durar.
  • Siento que la fuerza me abandona, y me caigo de rodillas al lado de la mesa y creo que lloro entonces, por lo menos quiero, y todo dentro de mi grita por solo un beso más, una palabra más, una mirada más, uno más.
  • —Sé lo que se siente, el querer olvidarse de todo —dice—. También sé cómo se siente que alguien que amas sea asesinado sin razón, y querer cambiar todos tus recuerdos de ellos por un solo momento de paz.
  • Hay tantas maneras de ser valiente en este mundo. A veces, la valentía implica dar tu vida por algo más grande que tú, o por alguien más. A veces se trata de renunciar a todo lo que has conocido, o a todo el mundo que alguna vez has amado, para el bien de algo mejor. Pero a veces no es así. A veces no es más que apretar los dientes por el dolor y por el trabajo de cada día, el lento paseo hacia una vida mejor.
  • Desde que era pequeño, siempre he sabido esto: A cada uno de nosotros, la vida nos lastima. No podemos escapar de ese daño. Pero ahora, también estoy aprendiendo esto: Podemos ser remediados. Nos sanamos entre nosotros.

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