- Una deliciosa y sutil descarga eléctrica, activada por la alarma automática del climatizador del ánimo, situado junto a la cama, despertó a Rick Deckard.
- Lo poco sano que era ser consciente de la ausencia de vida, no solo en este edificio, sino en todas partes, y no ser capaz de reaccionar.
- Es peligroso sufrir una depresión, sea del tipo que sea. Olvida lo que has programado y yo haré lo mismo.
- A pesar de sus deformaciones, la Tierra seguía siendo un lugar familiar, algo a lo que aferrarse.
- La mayor aventura, el mayor desafío concebido por el hombre en la historia moderna.
- Como si aquel silencio desempeñase la función de suplantar a todas las cosas tangibles.
- Un anciano vestido con una túnica ajada que apenas le cubría, como si se la hubiese arrebatado a la hostil vacuidad del firmamento.
- Hoy estamos más arriba que ayer, y que mañana.
- Un mundo distinto, uno cuya existencia jamás había sospechado.
- Las habladurías de oficina le incordiaban porque siempre eran mejores que la verdad.
- La empatía era algo particular a la raza humana.
- Un monstruo antediluviano salido del pantano jurásico, gélido y ladino, como una aparición arcaica creada a partir de restos del mundo tumba.
- Ninguna prueba lo es.
—Dicho así suena fácil —admitió Bryant, en parte para sí.
- Al cabo, lanzó un gruñido, se mordió una uña y dio forma a las palabras que quería decir—.
- Su oveja eléctrica, a la que tenía que cuidar y de la que se ocupaba como si estuviera viva. La tiranía de un objeto, pensó. No sabe ni que existo.
- Siempre quise tener un búho, incluso antes de que cayeran del cielo.
- El miedo la hacía parecer enferma, le distorsionaba el cuerpo, como si alguien la hubiese roto para luego, maliciosamente, recomponerla con torpeza.
- «La basugre desplaza a aquello que no es basugre.»
- No fue lo que hizo o dijo, sino lo que no dijo ni hizo.
- El duro y competitivo terreno de la reparación de animales de pega.
- ¿De qué sirve que ande por ahí arriesgando la vida? No le importa nada que tengamos o no un avestruz.
- En la vida real no hay campanillas mágicas que valgan capaces de hacer desaparecer a tu enemigo.
- Finalmente, desaparecerá el nombre de Mozart y el polvo habrá ganado.
- —Su voz se había apagado tanto que se confundía con el silencio—.
- Un sistema de memoria sintética que te empuja a creerte humano.
- Parece que carecemos de ese talento concreto de ustedes, los humanos. Creo que lo llaman empatía.
- —¿Cree que los androides tienen alma?
- —El amor es otra manera de llamar al sexo.
- —Anduvo hacia la ventana y contempló la negrura salpicada por un puñado de luces—.
- Las frías lágrimas le resbalaron por las mejillas hasta precipitarse en su pecho. Él no supo qué hacer.
- Crees que sufro por la soledad, pero Marte sí es soledad, coño. Es mucho peor que esto.
- —También los androides se sienten solos —dijo ella.
- Se le quebró la voz, en parte por la tensión, en parte por la esperanza.
- —Marte no te gustaría. No te pierdes nada.
- Entró en el ascensor y, juntos, se acercaron a Dios.
- No perderemos lo que sentimos, no si hacemos el esfuerzo de retenerlo en la mente.
- ¿Cómo voy a poder salvarte, si no puedo salvarme a mí mismo?
- ¿Para qué sirves?
—Para demostrarte que no estás solo.
- No puedo aguantarlo cuando me dan una pedrada. Gracias por encajar esa piedra en mi lugar.
- De qué sirve suplicar a un androide, no hay fibra sensible que pueda tocar.
- Me gusta, podría pasarme el resto de la vida mirándola.
- Probablemente, había desempeñado algún trabajo manual, un peón con aspiraciones a algo mejor. ¿Sueñan los androides?, se preguntó Rick. Evidentemente.
- El ciclo de la vida. Y ahí terminaba, en el último crepúsculo. A las puertas del silencio que impone la muerte.
- A su lado, en la oscuridad, el ascua del cigarrillo resplandeció como el abdomen de una luciérnaga complaciente.
- Tendrás que dejar de buscarme porque yo nunca dejaré de buscarte a ti.
- El rostro de Irmgard se había distorsionado, se había vuelto astigmático, convertido en la viva imagen del miedo.
- Hubo una vez en que vi las estrellas, pensó. Hace años. Pero ahora solo queda el polvo.
- Las cosas eléctricas también tienen sus vidas. Por insignificantes que sean.
- Sintiéndose mejor, se preparó finalmente una taza de café. Ardiente. Negro.