Las mejores frases | Misery, de Stephen King

  • smbrrra cunndo
    stsssen smbrrr cunnndo
    ljjjossstcunndo
  •  Esos sonidos surgían de la niebla.
  • Me llamo Annie Wilkes, y soy…
    —Ya lo sé —la interrumpió—. Usted es mi fan número uno.
    —Sí —asintió sonriendo—, eso es exactamente lo que soy. 
  • El resto de mi vida está en esa cartera 
  • una oscuridad en la que no crecían las flores y en la que una caída sería casi eterna antes de llegar al fondo. 
  • Un hombre valiente podía pensar. Un cobarde, no. 
  • Le retenía allí porque él era Paul Sheldon y ella… 
  • «Ella es mi admiradora número uno» 
  • Le invadió la eterna sensación de alegría nerviosa, la maravilla del viaje que comienza. 
  • Trató de recordar, pero no pudo. Sólo se acordaba de que iba a coger los cigarrillos y de pronto la tierra y el cielo cambiaron de lugar. Luego la oscuridad. 
  • una era en la que las máquinas eléctricas, los televisores en color y los teléfonos digitales eran ciencia ficción. 
  • Una buena máquina de escribir es eterna.
    La Royal le sonrió prometiéndole problemas.
  • Usted va a utilizar esta máquina para escribir una nueva novela. ¡Su mejor novela! ¡El retorno de Misery!
    ¡Será un libro sólo para mí! ¡Mi premio por devolverle a la vida! ¡La única copia del último libro de Misery! ¡Tendré algo que ninguna persona en el mundo podrá poseer, por más que lo desee!}Están un poco usados, pero es señal de que un libro ha sido leído y amado, ¿no es así?
    Quieres seguir viviendo aunque te duela.
    Vio el entusiasmo de su cara y experimentó una sensación nueva y extraña: esperanza. 
  • volaba en su alfombra mágica y pronunciaba las frases mágicas que abren la puerta de todos los cuentos. 
  • La Royal le sonreía con su mella, susurrando que esperar era correcto y luchar noble, y que al final sólo contaría el destino.
  • Contempló el nuevo mundo que le ofrecía la ventana con la misma ansiedad con que había visto su primera película siendo un niño: Bambi. 
  • la esperanza de la primavera es como la esperanza del cielo.
  • «Puede que existan las hadas y los genios, mas Dios sólo ayuda a quienes se ayudan a sí mismos.»
  • «No es un sueño —pensó—, es un aviso.
  • Cuando ella regrese y vea el desorden, ¿qué sucederá?»
  • —Le diré que fue Misery —bromeó—. Le contaré que pasó por aquí en busca de un tónico que le permitiese regresar del mundo de los muertos.
  • La luz estalló en su mente como un destello en un campo de niebla.
  • veía el mundo como un lugar oscuro lleno de masas humanas que se agitaban en un oleaje malevolente rodeando un pequeño escenario iluminado por un solo foco brillante: ella.
  • «Calma, todo se consigue con calma…»
  • «Todo lo que puede ir mal, irá mal.»
  • Al abrirse la puerta y mirar hacia abajo, se dio cuenta de que, en su angustiosa concentración por eliminar cualquier posible rastro, había ignorado una estampida de búfalos: las cajas de Novril estaban sobre sus piernas.
  • Escribir no lleva a la miseria,
    nace de la miseria. 
  • MONTAIGNE
  • «No debes llorar delante de ella, viejo, eso es algo que no has de hacer jamás.»
  • Sin ella, moriría. Sin Misery, no habría vida dentro de él.
  • Ian abrazó a Misery y sintió cómo su alma vivía, moría y volvía a renacer en el dulce perfume de su cálida piel.
  • —Si hubieses muerto, yo habría muerto contigo —le susurró.
  • Ella le rodeó con sus brazos apretando el pecho contra su mano.
  • —Calla, vida mía —susurró Misery—, y no seas tonto. Estoy aquí contigo. Y ahora bésame. Creo que voy a morir de deseo.
  • Apretó los labios contra los de ella y hundió sus manos en la gloria de sus cabellos castaños… Por unos momentos, no hubo nadie más en el mundo.
  • estaba escribiendo para salvar la vida.
  • Ante él se extendía una página en blanco, como un montón de nieve en el que podría caer y morir ahogado en el hielo.
  • su mente: edificios enteros de fantasía se estaban erigiendo, juzgando, condenando y demoliendo en un abrir y cerrar de ojos.
  • Cuando era muy bueno, podía ver a través del papel, y ahora podía.
  • Había estado soñando despierto.
  • «El dolor —pensó—, se asemeja a una roca en la orilla de la playa. Mientras se está dormido, es como si hubiese subido la marea y hay algún alivio.» Pero al despertar, la marea empezaba a bajar y pronto la roca volvía a hacerse visible, plagada de percebes incrustados, y estaría allí para siempre o hasta que Dios decidiese barrerla con las olas.
  • Algunas veces, Colter, cuando alguien especialmente bueno fallece, alguien muy querido para nosotros, nos cuesta mucho aceptarlo. Así que imaginamos que no se ha marchado.
  • —Sonidos de arañazos, señor, suena como si ella aún estuviese viva allá abajo tratando de abrirse camino con las uñas hasta la tierra de los vivos, eso parece.
  • No quería expresar en voz alta la esperanza que anidaba en su mente, una esperanza que parecía casi tan monstruosa como sus temores. Si Dios era muy bueno, Ian se enteraría de lo ocurrido esa noche cuando su mujer y único amor le fuese devuelta tras regresar de entre los muertos de una forma casi tan milagrosa como la de Lázaro.
  • Me enseñaron que el hombre debe comer aquello que ama. Algo poético aunque, en cierto modo horrible, ¿no?»
  • Usted hizo algo más que salvar mi vida. Salvó dos vidas porque, sin usted, Misery aún estaría en la tumba.
  • En su vida, nada había conseguido contaminar el pozo loco de sus sueños: ni la bebida, ni las drogas, ni el dolor. Escapó hacia ese pozo como un animal sediento que encuentra un charco al atardecer y bebió de él, lo que significa que encontró un agujero en el papel y se lanzó a su interior, agradecido.
  • Ya no se trataba sólo de «¿Puedes?» para empezar el libro. Por primera vez en muchos años, escuchaba aquella pregunta casi cada día y… estaba descubriendo que podía.
  • en esos momentos se había puesto a escribir, no porque tuviese que hacerlo, sino porque era una forma de escapar de los problemas.
  • se había perdido para siempre en el mundo del olvido,
  • Cómo lucha por escapar. Igual que nosotros, Paul, igual… Creemos que sabemos mucho, pero en realidad no sabemos más que una rata en una trampa, una rata con la espalda rota que aún cree que quiere vivir.
  • Tal vez el otro mundo es mejor que éste, para las ratas y para las personas y no es que haya gran diferencia entre unas y otras.
  • siempre hay un final.
  • Los viajes por el camino del recuerdo nunca son buenos cuando se está deprimido,
  • «Los palos y las piedras pueden romper los huesos; pero las palabras no tienen tal poder.»
  • «Desaparecido, eso es todo —pensó abatido—. Sólo desaparecido. No estoy muerto. Desaparecer no es como estar muerto.»
  • "Alguien podía haber calmado el terror del niño… Pero nadie llegó…, porque nadie llega."
  • Así que vuelve a repetirse el viejo juego otra vez, Paulie… ¿Puedes?» 
  • Respondió sin vacilación alguna:
  • —Sí puedo.
  • Es como lo que escribes en la última página de un libro. Es el FIN.»
  • —Me encanta el libro, Paul. Ya se lo dije, y yo nunca miento. Me gusta tanto, que no quiero leer más hasta el final.
  • Y es que…, bueno, yo empecé por amar sólo la parte de usted que crea esas historias maravillosas porque era la única que conocía.
  • Un terror tan afilado como una ventisca llena de navajas voló a través de la droga y Paul abrió los ojos.
  • Lo cierto es que no puedo vivir en este presente. Me volvería loco si lo hiciese. 
  • JOHN FOWLES
  • El coleccionista
  • Porque los escritores lo recuerdan todo, Paul, especialmente las heridas
  • Misery, por supuesto. Ése era el hilo que lo ataba todo; pero auténtico o falso, era tan malditamente estúpido…
  • Como sustantivo común significaba dolor, generalmente largo y a menudo inútil. Como nombre propio, correspondía a un personaje y un argumento que sin embargo terminaría muy pronto.
  • La vida florecía lenta e inexorablemente en una tierra y en una tribu que nunca existieron más allá de los márgenes del papel en el que escribía.
  • Aun así, había decidido vivir.
  • Suponía que cada escritor de best-sellers de ficción debía tener su propio repertorio de ejemplos sobre el modo en que lectores incondicionales llegan a identificarse con las situaciones ficticias que el escritor crea…
  • «deja que el amor te instruya; no intentes instruir al amor…»
  • Había sido como ver fotografías de su propia imaginación
  • Allí, ante sus ojos, estaba la salvación.
  • En este momento el libro tiene dos posibles finales. Uno es muy triste. El otro, aunque no es el típico final feliz de Hollywood, al menos conserva cierta esperanza en el futuro.
  • Escribiré la palabra FIN, usted lo leerá y después escribirá lo mismo, ¿es cierto? Nuestro fin. Ése no tengo que imaginarlo. La verdad no es realmente más extraña que la ficción, digan lo que digan.
  • «Llegar es sólo parte de la diversión.»
  • Un tipo que inventa historias está siempre engañando a todo el mundo, por lo que alguien así nunca puede engañarse a sí mismo.
  • Al fin, ella volvió y lo miró sonriendo, radiante como una mujer que acaba de despertar dándose cuenta de que va a ser un día hermoso.
  • —Es el hombre más bueno del mundo, Paul, y por eso merece un montón de estrellas.
  • Aunque un solo cigarrillo no le cause cáncer de pulmón, sigue sin gustarme nada. ¿Y sabe por qué, Paul?
    —No.
    —Porque sólo los malos fuman.
  • «Te amo, mi vida —pensó—. ¿Lo oyes?»
  • Paul Sheldon sacó la última página de la máquina de escribir y garabateó con un bolígrafo la palabra más odiada y más amada del vocabulario de un escritor: 
  • F I N
  • «Calma, calma, todo se consigue con calma.»
  • —Sí, amo Ian —concedió Hezequiah—. Eso es lo que dar poder.
  • sombrrra cunndo
    stsssn smbrrra cunndo
    Ijjjossstucunndo
  • Estos sonidos aún en la bruma.
  • Lo último que vio del mundo fue su propio cuerpo derrumbándose y los zapatos blancos de Annie junto a él.
  • «Diosa», pensó, y murió.
  • Él la desenterraba una y otra vez en sus sueños y en sus fantasías cuando estaba despierto. No se podía matar a una diosa.
  • Así que, agradecido y aterrorizado, lo hizo. El agujero se abrió y Paul miró lo que había allí sin darse cuenta de que sus dedos iban cada vez más deprisa, sin apercibirse de que sus piernas doloridas estaban en la misma ciudad, pero a cincuenta manzanas de distancia, sin notar que, mientras escribía, estaba llorando.
  • Lovell, Maine: 23 de septiembre de 1984/Bangor, Maine, 7 de octubre de 1986: «Ahora ya he contado mi historia.»
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