- Esta es una historia de hace mucho tiempo. En esa época los lenguajes eran bastante distintos de los de hoy…
- En un agujero en el suelo vivía un hobbit.
- El hobbit era aficionado a las visitas.
- Esta es la historia de cómo un Bolsón tuvo una aventura, y se encontró a sí mismo haciendo y diciendo cosas por completo inesperadas.
- ¿Me deseas un buen día, o quieres decir que es un buen día, lo quiera yo o no; o que hoy te sientes bien; o que es un día en que conviene ser bueno?
- Aún seguían tocando, mientras la sombra de la barba de Gandalf danzaba contra la pared.
- El amor de las cosas hermosas hechas a mano con ingenio y magia; un amor fiero y celoso, el deseo de los corazones de los enanos.
- Todos lo miraban con ojos brillantes en la oscuridad.
- ¡Oscuridad para asuntos oscuros!
- Hay mucho más en él de lo que imagináis y mucho más de lo que él mismo se imagina.
- —Mi querido amigo —dijo—, ¿cuándo vas a partir?
- Cómo quisiera estar en mi confortable agujero, al amor de la lumbre.
- —No nos salgamos del camino, o ya nada podrá salvarnos —dijo—.
- El crepúsculo era como una atmósfera de serenidad y bienestar.
- «¡Hummm! ¡Huele a elfos!», pensó Bilbo, y levantó los ojos hacia las estrellas. Ardían brillantes y azules.
- Las cosas que es bueno tener y los días buenos para disfrutar se cuentan muy pronto y no se les presta demasiada atención.
- Las cosas incómodas, estremecedoras, y aún horribles, pueden hacer un buen relato, y además lleva tiempo contarlas.
- Parecía que al silencio le molestaba que lo quebrasen.
- No hay nada como mirar, si queréis encontrar algo.
- Cierto que casi siempre se encuentra algo, si se mira, pero no siempre es lo que uno busca.
- La espada brilló pálida y débil ante los ojos de Bilbo.
- El camino continuaría así al día siguiente y más allá, perdiéndose en los días que vendrían después.
- Era Gollum: tan oscuro como la oscuridad, excepto dos grandes ojos redondos y pálidos en la cara flaca.
- Caja sin llave, tapa o bisagras, pero dentro un tesoro dorado guarda.
- Lo quería porque era un anillo de poder, y si os lo poníais en el dedo, erais invisibles.
- De súbito oyeron un aullido, lejos, colina abajo, un aullido largo y estremecedor.
- De pronto hubo cientos de ojos observándolos desde las sombras.
- —Que el viento bajo las alas os sostenga allá donde el sol navega y la luna camina —respondió Gandalf.
- Con todo, la mañana siguiente amaneció otra vez clara y hermosa.
- Pero no había otro remedio que seguir y seguir, aun después de sentir que no podrían dar un paso más.
- Me echaré aquí a dormir y a soñar con comida, ya que no puedo tenerla de otro modo.
- Un silencio mortal cayó a mitad de una frase.
- ¡Sigue, sigue a las estrellas que asoman arriba en cielos fríos y empinados, gira con el alba sobre la tierra, sobre la arena, sobre los rápidos!
- La Montaña parecía fruncir el entrecejo y amenazarlo a medida que se acercaban.
- Un destello amarillo sobre las copas de los árboles, como si la luz se hubiese enredado en las últimas hojas claras.
- El sol se hundió en un anillo de nubes enrojecidas y desapareció.
- Seguir adelante fue la mayor de sus hazañas.
- Allí yacía un enorme dragón aureorrojizo, que dormía profundamente.
- Alrededor, extendiéndose lejos por los suelos invisibles, había incontables pilas de preciosos objetos, oro labrado y sin labrar, gemas y joyas.
- «¡Nunca te rías de dragones vivos, Bilbo imbécil!»
- Thorin se sacudió los sueños de encima.
- No encontraron ninguna señal de criatura viviente, solo unas sombras furtivas que huían de la proximidad de la antorcha.
- Los árboles de las orillas brillaban como sangre y cobre, con sombras muy negras que subían por los troncos.
- Era como si hubiesen llenado un globo con la luz de la luna, y colgase ante ellos en una red centelleante de estrellas escarchadas.
- Brilla en la oscuridad, cada vez que se aproxima un enemigo.
- —¡Si alguna vez pasáis por mi camino —dijo Bilbo—, no dudéis en llamar!
- ¡Que siempre aparezcas donde más te necesiten y menos te esperen!
- Te considero una gran persona, señor Bolsón, y te aprecio mucho; pero en última instancia, ¡eres solo un simple individuo en un mundo enorme!
—¡Gracias al cielo! —dijo Bilbo riendo, y le pasó el pote de tabaco.