Las mejores frases | El hobbit (The Hobbit), de J. R. R. Tolkien (El señor de los anillos 0)


  • Esta es una historia de hace mucho tiempo. En esa época los lenguajes eran bastante distintos de los de hoy…
  • En un agujero en el suelo vivía un hobbit.
  • El hobbit era aficionado a las visitas.
  • Esta es la historia de cómo un Bolsón tuvo una aventura, y se encontró a sí mismo haciendo y diciendo cosas por completo inesperadas.
  • ¿Me deseas un buen día, o quieres decir que es un buen día, lo quiera yo o no; o que hoy te sientes bien; o que es un día en que conviene ser bueno?
  • Aún seguían tocando, mientras la sombra de la barba de Gandalf danzaba contra la pared.
  • El amor de las cosas hermosas hechas a mano con ingenio y magia; un amor fiero y celoso, el deseo de los corazones de los enanos.
  • Todos lo miraban con ojos brillantes en la oscuridad.
  • ¡Oscuridad para asuntos oscuros!
  • Hay mucho más en él de lo que imagináis y mucho más de lo que él mismo se imagina.
  • —Mi querido amigo —dijo—, ¿cuándo vas a partir?
  • Cómo quisiera estar en mi confortable agujero, al amor de la lumbre.
  • —No nos salgamos del camino, o ya nada podrá salvarnos —dijo—.
  • El crepúsculo era como una atmósfera de serenidad y bienestar.
  • «¡Hummm! ¡Huele a elfos!», pensó Bilbo, y levantó los ojos hacia las estrellas. Ardían brillantes y azules.
  • Las cosas que es bueno tener y los días buenos para disfrutar se cuentan muy pronto y no se les presta demasiada atención.
  • Las cosas incómodas, estremecedoras, y aún horribles, pueden hacer un buen relato, y además lleva tiempo contarlas.
  • Parecía que al silencio le molestaba que lo quebrasen.
  • No hay nada como mirar, si queréis encontrar algo.
  • Cierto que casi siempre se encuentra algo, si se mira, pero no siempre es lo que uno busca.
  • La espada brilló pálida y débil ante los ojos de Bilbo.
  • El camino continuaría así al día siguiente y más allá, perdiéndose en los días que vendrían después.
  • Era Gollum: tan oscuro como la oscuridad, excepto dos grandes ojos redondos y pálidos en la cara flaca.
  • Caja sin llave, tapa o bisagras, pero dentro un tesoro dorado guarda.
  • Lo quería porque era un anillo de poder, y si os lo poníais en el dedo, erais invisibles.
  • De súbito oyeron un aullido, lejos, colina abajo, un aullido largo y estremecedor.
  • De pronto hubo cientos de ojos observándolos desde las sombras.
  • —Que el viento bajo las alas os sostenga allá donde el sol navega y la luna camina —respondió Gandalf.
  • Con todo, la mañana siguiente amaneció otra vez clara y hermosa.
  • Pero no había otro remedio que seguir y seguir, aun después de sentir que no podrían dar un paso más.
  • Me echaré aquí a dormir y a soñar con comida, ya que no puedo tenerla de otro modo.
  • Un silencio mortal cayó a mitad de una frase.
  • ¡Sigue, sigue a las estrellas que asoman arriba en cielos fríos y empinados, gira con el alba sobre la tierra, sobre la arena, sobre los rápidos!
  • La Montaña parecía fruncir el entrecejo y amenazarlo a medida que se acercaban.
  • Un destello amarillo sobre las copas de los árboles, como si la luz se hubiese enredado en las últimas hojas claras.
  • El sol se hundió en un anillo de nubes enrojecidas y desapareció.
  • Seguir adelante fue la mayor de sus hazañas.
  • Allí yacía un enorme dragón aureorrojizo, que dormía profundamente.
  • Alrededor, extendiéndose lejos por los suelos invisibles, había incontables pilas de preciosos objetos, oro labrado y sin labrar, gemas y joyas.
  • «¡Nunca te rías de dragones vivos, Bilbo imbécil!»
  • Thorin se sacudió los sueños de encima.
  • No encontraron ninguna señal de criatura viviente, solo unas sombras furtivas que huían de la proximidad de la antorcha.
  • Los árboles de las orillas brillaban como sangre y cobre, con sombras muy negras que subían por los troncos.
  • Era como si hubiesen llenado un globo con la luz de la luna, y colgase ante ellos en una red centelleante de estrellas escarchadas.
  • Brilla en la oscuridad, cada vez que se aproxima un enemigo.
  • —¡Si alguna vez pasáis por mi camino —dijo Bilbo—, no dudéis en llamar!
  • ¡Que siempre aparezcas donde más te necesiten y menos te esperen!
  • Te considero una gran persona, señor Bolsón, y te aprecio mucho; pero en última instancia, ¡eres solo un simple individuo en un mundo enorme!
    —¡Gracias al cielo! —dijo Bilbo riendo, y le pasó el pote de tabaco.
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